domingo, 9 de marzo de 2014

La importancia del saber "Escuchar".

Hablar y conversar

Después de una larga reflexión, consultas de blogs y artículos(1), he llegado a la conclusión de que hablar y conversar no es lo mismo, aunque de manera habitual usemos las dos palabras para definir la comunicación entre dos o mas personas.
Hablar, habitualmente lo relacionamos con un monólogo, dónde el interlocutor comunica sus intereses, ideas o quejas, sin la intervencion por parte de un receptor, mientras que conversar lo asociamos a una comunicación entre el interlocutor y el receptor con intercambio de ideas, pensamientos, hechos, etc.
Cuando hablamos o nos hablan no siempre escuchamos. Escuchar es punto clave en la conversación.
¿Qué tiene de importancia escuchar? Cuando hablamos lo único que nos importa es soltar todo lo que llevamos dentro, no buscamos que los demás nos contesten o nos den su opinión ni tan siquiera saber lo que los demás piensan.
Escuchar, no es lo mismo que oír, escuchar es prestar atención a lo que nos hablan así como oir es recibir sonidos de cualquier tipo a través el conducto auditivo, sin prestarle mucha más atención, por lo tanto la diferencia entre hablar y conversar radica en saber "Escuchar", es decir prestar y que nos presten atención cuando hablamos, ser conscientes que todos los que formamos parte del grupo conversador debemos respetar, las ideas, propuestas y pensamientos de los demás.
Para poder mantener una buena conversación es necesario aceptar una serie de normas, reglas de comportamiento y valores comunes para todos, como por ejemplo y muy importante respetar nuestro turno para hablar sabiendo escuchar y hablar sabiendo que eres escuchado.
Esto mismo debemos transmitirle a los niños, debemos trabajar la atención, con ello no sólo conseguiremos que academicamente el niño desarrolle su potencial, sino que además los formaremos en valores, tanto personales como sociales.
En conclusión por más que hablemos, si a nosotros mismos no nos interesa lo que piensan los demas de nuestras cosas, como vamos a poder prestarles atención a lo que ellos nos hablan de las suyas, de ahí que para mí "escuchar', prestar atencion, es fundamental para una buena conversación, para un buen intercambio de ideas, proyectos, criticas, sueños y como dice Seneca: "La conversación es la expresion de nuestro modo de pensar".


(1) Enlaces de interés:
- 20minutos- El arte de conversar- Francisco Ponce Carrasco
http://franciscoponce.com/archives/12449
- conductasexito.blogspot.com.es/2010/10/hablar-o-conversar-la-idea-es.html?m=1

Maria José Nogueras Ruiz

sábado, 8 de marzo de 2014

No sé como empezar a describir lo que siento después de observar las consecuencias de las calificaciones en mi entorno. Sinceramente me siento mal. Ni que decir tiene, y es una opinión mía, los alumnos podemos a llegar a ser los más egoístas del mundo, los más despotas, tanto con los profesores como con nosotros mismos. No sé como escribir para que no piensen que es un ataque directo o para que no crean que es por que yo he conseguido "buenas notas", pero la verdad que esa inmensa alegría de ver tu trabajo recompensado también supone una gran pena, no sé como expresarlo con palabras.
El esfuerzo que se realiza durante el proceso de enseñanza-aprendizaje por parte de docentes y alumnos debe ser común y acorde para ambos, ya que el docente se esfuerza en conseguir enseñarnos, nosotros deberíamos esforzarnos por aprender, por nuestro propio bien, para enriquecernos, para sentirnos plenos, debe llenarnos en todos los sentidos, no sólo para rellenar un casillero del expediente, pero he visto que eso no ocurre casi nunca, nuestra escala, "merezco más", está muy alta, pero la del "esfuerzo" está en el punto más bajo, claro está, es mi opinión y siempre hablando en términos generales, porque si atendemos a la diversidad, siempre existirán casos excepcionales.
 El profesor trabaja buscando que sus alumnos consigan ser autosuficientes, crean en lo que hacen, disfruten de lo que aprendan, busca que se interesen por su autoformación, pero llegada la hora de que cada uno reflexione sobre lo que ha conseguido con ello, su proceso de aprendizaje, nos volvemos egoístas, sólo pensamos en las calificaciones, en tener las mejores notas, todos nos creemos que merecemos más, ninguno piensa de verdad y objetivamente que es lo que ha hecho y cual ha sido realmente su interés, esfuerzo  y dedicación al trabajo realizado.
Con esto por supuesto no quiero que nadie se sienta aludido, solo intento que pensemos de verdad cual ha sido nuestro nivel de intervención en ese aprendizaje, siendo sinceros con nosotros mismos, algo muy difícil, lo sé, a ninguno nos gusta aceptar la realidad de nuestros errores, si los hubiera, es más gratificante pensar que nos hemos esforzado muchísimo para sentirnos bien con nosotros mismos, pero eso  es engañarnos, y no nos beneficia para nada, y ya no hablo solo en el terreno académico, es algo que debemos aprender a hacer en nuestra vida diaria, pues vamos a encontrarnos con muchas rocas en el camino, no todo son caminos de flores, nos vamos a encontrar con situaciones justas e injustas, por eso desde ya debemos aprender a ser sinceros con nosotros mismos, para que no nos afecte más de lo necesario las opiniones contrarias que realmente veamos injustas, porque nosotros mismos debemos ser  los primeros que realmente deberíamos criticarnos y felicitarnos, pensando de verdad, autosincerándonos con nosotros mismos, consensuando lo bueno y lo malo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Entrevista Noelia Alcaraz




Estamos llevando a cabo un proyecto sobre Calificación y Evaluación, para lo cual hemos utilizado varias fuentes de información, entre las q se encuentra la entrevista realizada a Noelia Alcaraz, Pedagoga y profesora en el departamento de Didáctica de la UCA.
En la entrevista preguntamos a Noelia que pensaba sobre la Calificación y la Evaluación en la escuela, si atendían o no a las necesidades de aprendizaje de los alumnos, las ventajas e inconvenientes que veía en ellas y como puede afectar una u otra, en el desarrollo del aprendizaje.
Como punto de partida, nos comenta que la calificación es una herramienta poderosa de control en la escuela que nos lleva a un sistema de desigualdad. Cuando los niños entran en la escuela vienen con desigualdades sociales, económicas, y cuando salen de ella se han convertido en diferencias.
Esto antes de entrar en la escuela nos parece injusto y al salir nos parece justo, lo peor de todo, es que justificamos esta diferencia, culpabilizando al propio alumno, que si no trabaja, no se ha esforzado, no se interesaba...
Para ella la calificación no tiene nada que ver con el aprendizaje, no atiende las necesidades de los alumnos. Con la calificación lo único que conseguimos es seleccionar, segregar, castigar, es negativa para el desarrollo del niño.
La escuela sería una fábrica, dónde los preparados saldrían por la puerta grande y los no preparados, serían desechados.  Los niños son calificados con notas, que se convierten en el pasaporte que los lleva en un futuro a ocupar un lugar en la sociedad, jerarquizándolos.
Nos comenta también, que valorar, medir el aprendizaje es imposible. ¿Cómo podemos saber lo que un niño ha aprendido o no?, la calificación no refleja la realidad de lo aprendido. Hay docentes que se empeñan en querer medirlo y padres que piensan que sin notas, sus hijos no han aprendido nada, los primeros pueden dejarse llevar por la ilusión de creer que pueden controlar lo que sus alumnos aprenden y los segundos por ver lo que sus hijos han aprendido en la escuela.
Todo esto nos lleva a pensar que calificar es ver la cantidad de lo aprendido, entendiendo en éste caso por aprender “memorizar”.
Para Noelia la Calificación, no sólo resta creatividad al alumno, sino que resta todo elemento educativo, tanto del profesor como del alumno., resta veracidad, transparencia, espontaneidad.
La       Calificación no da oportunidad al error, pues eso supondría salir por la puerta grande o pasar a formar parte de los desechos.
En cuanto a la Evaluación, nos comenta que es positiva, y que por sí misma atiende al aprendizaje, es algo natural en nuestras vidas. En nuestro día a día evaluamos todo lo que nos ocurre y les ocurre a los demás, observamos, opinamos, puede parecernos bien o mal, pero no vamos poniendo notas a los demás.
En el aprendizaje hay que arriesgarse, provocar la ambigüedad, el trabajo de los alumnos es de ellos y para ellos.
Para Noelia aprender tiene que ver con transformar tu mente, con tus sentimientos, con tus estructuras cognitivas, con tu manera de actuar y de interpretar, dónde además intervienen una serie de elementos, no sólo alumno y maestro, también la escuela, la familia, el aula, los materiales, la creatividad., para ello debemos conocer los problemas que hay en nuestras aulas, buscar la información en niños, padres y compartir inquietudes con el resto de compañeros y comunidad educativa, y una vez identificado, comprenderlo e intervenir para así poder mejrar el aprendizaje de los niños y maestros.
Una de las herramientas de evaluación usada por Noelia, es el portafolio. Sobre él nos comenta, que da igual el nombre con el que lo llamemos, lo importante es buscar la herramienta más apropiada para crear buenas condiciones de aprendizaje, hacer que los niños sean participantes activos en ese proceso, que sepan organizar, investigar, utilizar materiales, proyectos y sean conscientes de sus logros, en definitiva que sean dueños de su aprendizaje.
Concluyendo, ¿evaluación o calificación?, todo depende de lo que el profesor quiera hacer en sus aulas. Lo que tenemos claro es que la evaluación es el mejor camino para atender las necesidades de aprendizaje del alumno, siempre y cuando no sea utilizada como herramienta de calificación bajo el nombre de evaluación, porque si esto ocurriera puede llegar a ser aún peor, más cruel, calificando paso a paso todo el proceso.
Debemos desplazar todo lo que se pueda la calificación, si se está convencido de que lo mejor es evaluar, cada uno debe buscar las mejores herramientas, preocuparnos por conocer lo que ocurre en nuestras aulas, analizando, reflexionando para mejorarnos y mejorarlas día a día.
Cómo dice Noelia: “Los maestros somos diseñadores de contextos de aprendizaje y cuántos más ricos, mejor”.

viernes, 17 de mayo de 2013

¡Qué difícil es ser un buen maestro!



Es difícil ser un buen maestro, sufre y  se sacrifica por sus alumnos, busca todos los medios y herramientas  a su alcance para guiarlos en su aprendizaje, buscando como objetivo el desarrollo,  tanto intelectual como personal, persigue enseñarlos a que aprendan a afrontar la vida y su integración en sociedad de una manera humana, respetando a los demás como a sí mismo, les enseña a observar, analizar los problemas a los que deben enfrentarse, comprenderlos, y poder cambiarlos para mejorarlos, los educa en actitudes y valores, intenta hacerles entender que la reflexión es necesaria en su día  a día, para poder modificar  y mejorar sus estructuras cognitivas. Los buenos profesores buscan la felicidad de nuestros hijos, los educan,  y los hacen asumir unas competencias que propicien su desarrollo, que aumenten su autoestima y su autoconcepto.
¿Por qué entonces ésta profesión está tan desprestigiada?¿Por qué tan poco valorada y reconocida?
Llego a una conclusión muy personal, pienso  que no hay muchos profesionales  que realmente sean buenos maestros. Los que actualmente estudiamos para ser maestros, debemos asumir la responsabilidad de ser “buenos maestros”, debemos conseguir cambiar y modificar nuestras estructuras cognitivas, debemos abrirnos paso y conseguir que la escuela seamos todos, padres, profesores, alumnos y demás comunidad educativa, debemos abrir nuestras mentes los primeros para poder cambiar el/al  resto.
Esto puede resultar una ambigüedad, ¿por qué buscar lo difícil de hacer, teniendo ya esquemas predeterminados de trabajo a seguir?, pues precisamente porque lo difícil es lo que hace enriquecedora  la enseñanza, buscar caminos alternativos que nos lleven a nuestro objetivo, el aprendizaje de manera activa y autónoma de nuestros alumnos.
Evidentemente decirlo o escribirlo resulta muy fácil, hacerlo no tanto, nos debemos a una sociedad que nos marca un camino a seguir, como borregos, nos califica, nos segrega y nos jerarquiza, por ello el pilar fundamental de la escuela, el profesor, debe luchar para que sus alumnos, sus aulas, sean lugares donde los niños estén felices, vayan con ganas de aprender y se sientan todos iguales y con las mismas oportunidades,  ninguno inferior a otro. El profesor debe saber utilizar una metodología adecuada al ámbito de su aula, debe preocuparse por conocer los problemas que hay en ella, para poder comprenderlos, cambiarlos y mejorarlos. Nos obligan a calificar a unos niños desde su infancia, a separarlos por nivel de conocimiento o diferenciarlos cuantitativamente con notas, que casi nunca reflejarán la realidad de lo aprendido, no podemos permitir eso, debemos seguir un proceso que contribuya a que no se sientan inferiores, dónde el trabajo de cada uno y el de todos se valore por los esfuerzos realizados, el camino andado, no todos poseen las mismas aptitudes ni actitudes para el aprendizaje, pero debemos ser capaces de ver el esfuerzo realizado por cada uno.
Es algo difícil por no decir imposible saber lo que cada niño aprende, no se puede medir, podemos suponer durante ese proceso de evaluación lo que un niño aprende desde sus inicios siguiendo su trayectoria,  pero nunca cuantificar,  si medimos sus conocimientos nos apartamos de lo educativo, si atendemos a una enseñanza programada, seguimos seleccionando. ¿Por qué entonces calificar a todos por igual? Los maestros deben enfrentarse  a un desafío en sus aulas: la diversidad.
Cuando calificamos segregamos, pero a veces evaluando también segregamos, como dice Noelia Alcaraz: “La evaluación puede llegar a ser aún peor que la calificación si la persona que la utiliza no sabe”. Pienso igual que ella, una persona que no maneje la evaluación de forma que intente conseguir como objetivo el autodesarrollo del niño, claro está con la ayuda de un guía, sus reflexiones, sus aportaciones, ideas, trabajos, etc. puede hacer de la evaluación una tortura, pues no sólo calificaría un examen final de conocimientos, sino que calificaría el proceso, paso a paso, calificando cada uno de ellos,  consiguiendo que el niño no tenga márgenes para equivocarse, para ser creativo y aprender de errores propios y ajenos.
Por ello pienso que el buen profesor debe ser consciente de la parte de responsabilidad que le toca cuando está en el aula con sus alumno, ser consciente  que él es también parte importante de la educación de esos niños, debe conseguir ser guía no dictador de conocimientos y valores a seguir, tiene o tenemos que concienciarnos de la gran tarea que tenemos en nuestras manos, sentirnos satisfechos de nuestro trabajo. Ser buenos maestros depende de nosotros mismos, no depende de la metodología impuesta, de los contenidos impuestos en el curriculum,  ni de las leyes educativas que imperen en el momento. Cómo dice Paco Espadas  “no dejaremos de seguir enseñando contra ella y a pesar de ella”, en referencia  a la actual ley educativa que va a entrar en vigor.    Por todo ello debemos saber coger lo bueno de cada método, de cada idea, de cada reflexión, de cada ley, debemos ser conscientes de que lo más importante es crear las mejores condiciones para que nuestros alumnos aprendan.               
      

martes, 7 de mayo de 2013

Calificación o Evaluación



La sociedad en la que vivimos, tiene una idea, unos pensamientos   generalizados de lo que es la escuela y de cuál es su cometido.  Éste cometido no es ni más ni menos que  el de formar ciudadanos perfectos, encaminados a formar parte de una jerarquía social, dónde cada uno  ocupará un lugar  dentro de la escala social.  Pero claro, ¿quién decide el lugar que debe ocupar cada persona en esa escala?
Nos encontramos con una escuela dónde el maestro tiene el poder  y los alumnos son esponjas pasivas,  limitadas a  intentar asimilar los conocimientos que éste dice enseñarles,  enseñanzas que no siempre llegan a ser aprendizaje,  y que después mecánicamente,  son obligados a vomitar en pruebas externas, los exámenes, haciendo desaparecer toda posible muestra de creatividad.   El maestro, que dedica más tiempo a preparar la evaluación que la enseñanza,  para comprobar si sus objetivos previstos a principios de curso se han cumplido, calificará dichas pruebas, intentando medir el aprendizaje, siendo éstas la mayoría de las veces,  valoradas  bajo un punto de vista subjetivo.
 De esas calificaciones saldrán notas cuantitativas, unas serán muy buenas, otras serán  buenas, algunas medianamente aceptables y por supuesto malas.  Automáticamente sus dueños se encontrarán formando parte de una escala de notas, y no musical precisamente, que irá  de menos a más,  en la cual  el que consiga la mayor puntuación, ocupará el lugar más alto y  podrá acceder a los mejores  trabajos,  estatus elevados y  ocupar lugares privilegiados  en la escala social, mientras que los que no consigan buenas calificaciones serán relegados a los puestos de trabajo menos gratificantes y prestigiosos.
Si tanto hablamos de construir una escuela nueva, dónde se deben modificar los esquemas de éstos pensamientos anteriores, debemos luchar por una  escuela pública de verdad, una escuela de todos y para todos, con los mismos derechos y oportunidades, una escuela sin segregación, por todo ello debemos rechazar por completo “La Calificación”.
La Calificación es segregadora, discriminatoria, dónde sólo los buenos y los mejores triunfan, por ello debemos modificar nuestros esquemas tradicionales, debemos buscar el bienestar del alumno, para formar personas que puedan ir enfrentándose día a día a nuevos retos y problemas que se plantean en la vida real,  debemos dejar a un lado la Calificación, dando paso  a la  Evaluación, una Evaluación que devuelva la creatividad que arrancamos a los niños desde pequeños, una Evaluación  que debe usarse como herramienta con la cual podamos observar, tanto el profesor como el propio alumno, los procesos de desarrollo.
Dejemos a un lado la Calificación, y demos paso a la Evaluación, para poder comprender lo que nuestros alumnos necesitan para aprender, cambiar lo que no funciona y mejorar para llegar al que debería de ser nuestro objetivo, conseguir que los niños deseen aprender.

sábado, 27 de abril de 2013

¿Se puede saber ser maestro antes de ser maestro?


Entrevista Diego García sobre la formación de los maestros

Hace unos días entrevistamos a Diego García, profesor y asesor del CEP de Granada, al cual le planteábamos una serie de preguntas relacionadas con la formación del profesorado.
En cuanto a la formación de los profesores, Diego piensa que el problema empieza en la formación inicial recibida en la Universidad, ya que en ésta se sigue dando más importancia a la teoría, careciendo de las prácticas necesarias para que el profesor, cuando se incorpore a la escuela, esté preparado para enfrentarse a la verdadera realidad de las aulas.  Y en relación a los profesionales, el problema está en la falta de formación continua.
Como asesor del CEP de Granada, nos habla de esa formación permanente impartidas en los CEP.   Estos son centros subvencionados por fondos públicos, en la actualidad en la comunidad quedan unos 32, ya que los recortes también les ha afectado a ellos, degenerando en un descenso en la formación formal del profesorado.
En éstos centros se atienden las necesidades formativas desde distintas modalidades, presenciales, no presenciales, clases tradicionales, aunque existen otras como la autoformación, de la que nos comenta, que para él es la más potente.  Existen también  otras plataformas colaborativas, “Colabora”, dónde se intercambian opiniones e ideas.
Éstas necesidades o bien, son propuestos por la Consejería de Educación, por centros a petición de los profesores y por el CEP, dependiendo de las necesidades del momento y de los recursos económicos existentes, aunque a veces  no coinciden con la realidad, comentándonos que si tuviera que elegir él alguna interesante, se reducirían a dos o tres.
Con el avance de las nuevas tecnologías, las TIC, uno de los cursos más solicitados es el de pizarras digitales, pero tal como Diego nos comenta, ¿qué diferencia hay entre una pizarra digital y una convencional?, su finalidad es la misma, escribir, explicar o copiar los contenidos de una materia, por lo que podemos decir que no se trata de ningún avance en la enseñanza, no en lo que realmente se pretende, que los alumnos participen e interactúen, con maestros e iguales,  sean sujetos activos en el desarrollo de su aprendizaje.
En cuanto a la aplicación de esta formación en las aulas, lo que se pretende conseguir es aplicar simultáneamente lo que se va aprendiendo en los cursos, a ellas, con lo cual se conseguiría observar, paso a paso,  el desarrollo positivo o negativo en la práctica, de los conocimientos adquiridos, pero la realidad es que verificar esto es bastante difícil.
Le preguntamos a Diego, sobre cuál pensaba él que era  el motivo que impulsaba a los maestros a éstas formaciones permanentes. A ello nos comentaba que había de todo, profesionales comprometidos con la enseñanza, motivados por seguir aprendiendo e innovando y otros que sólo buscaban los sexenios, aunque ellos muy probablemente por la desmotivación existente ante los problemas de recortes, la situación de crisis que vivimos en la actualidad y el gran desprestigio que recae sobre la profesión docente.
En conclusión, ¿podemos saber ser maestros antes de ser maestros?, pienso que para ello la enseñanza tiene aún mucho que cambiar, empezando por las universidades, maestros y alumnos, toda la comunidad escolar debe involucrarse en innovar y cambiar las formas de enseñanza-aprendizaje.
Antes de llegar a ser profesionales, deberíamos encontrarnos con una formación que nos enseñe la realidad de nuestra futura profesión, la realidad de enfrentarnos a las aulas, conocer los problemas reales de unos niños que estarán en nuestras manos y de los que seremos en parte, responsables de su educación.  Debemos formarnos simultáneamente con los cambios, innovándonos con ellos, abrir nuestro “Maletín del Maestro” para buscar las diversas formas de motivar a unos niños influenciados por una sociedad individualista, hacerles ver que la formación no sólo depende del docente, sino también de ellos, ayudados por un guía, el maestro, al igual que éste tampoco debe dejarse llevar por los problemas que la sociedad le plantea, recortes, leyes educativas extrañas y descompensadas, debemos ser personas íntegras, fieles y comprometidas con nuestra vocación.
Debemos buscar un equilibrio, entre la necesidad de tener unos conocimientos, que indudablemente son necesarios para nuestra incorporación en la sociedad a la hora de conseguir un trabajo, y la forma de obtenerlos, ahí es donde todos debemos aportar nuestro granito de arena, buscando una enseñanza-aprendizaje didáctica, en todos los aspectos de nuestra vida, hay que trabajar el antes, durante y después, para conseguir un pleno desarrollo de nuestras vidas.

domingo, 14 de abril de 2013

Motivar para enseñar y aprender



La motivación es el arma principal para poder desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para poder hablar de éste proceso debemos tener en cuenta que no todos los profesores, ni todos los alumnos, poseen las mismas actitudes y aptitudes.
Partimos de una base, la educación transmisiva por parte del profesor,  que prevalecía sobre cualquier otro método, una enseñanza unilateral y lineal, dónde el alumno era un mero receptor pasivo de los contenidos que se le enseñaban, y que acababa en un examen, en el cual se vomitaban los conocimientos aprendidos de unos libros que nunca se acercaban a la realidad de la vida.
Para que se produzca un buen proceso de enseñanza-aprendizaje, la escuela debe evolucionar hacia una metodología abierta. El maestro debe ser capaz de captar el interés del alumno, confiando en sus posibilidades de aprendizaje, estimularlos y hacerlos sentir seguros de sí mismos. Debe saber guiarlos hacia el desarrollo del gusto por el saber más, haciéndoles ver la importancia que tiene esto en su desarrollo tanto personal como profesional.
Esta interrelación maestro-alumno no sería completa si el alumno no participase de ese aprendizaje de una forma activa. Como he dicho el maestro debe atender a una serie de métodos para enseñar, pero así mismo, el alumno debe participar de esa enseñanza siendo protagonista de su propia aprendizaje.
El método ABP, es una estrategia de aprendizaje basado en proyectos, dónde el alumno, junto con otros, deben “hacer”. Persigue sumar, a los conocimientos ya adquiridos, otros conocimientos nuevos.
El profesor, como guía, debe presentar un problema, proyecto, tema, dónde los alumnos, deben buscar, entender e integrar conceptos, para después llevarlos a un buen desarrollo.
En definitiva, maestro-enseñanza y alumno-aprendizaje, deben in interrelacionados, los métodos del profesor deben motivar, buscar ideas, métodos, recursos, actividades que sirvan para captar al alumno, hacerlo creativo, desarrollando sus habilidades sociales, sus valores y su autoconfianza, para que a su vez ese alumno motivado, desarrolle el gusto por el hacer, innovar, descubrir, entendiendo el porqué de ello. De ésta manera conseguiremos que, “la profecía autocumplida”, se cumpla siempre en positivo, la confianza de que pueden y poder hacer, lo que nos propongamos.